CHRISTIAN TUBAU ARJONA

CHRISTIAN TUBAU ARJONA

PROLOGO

Como el trino del cenzontle imita las voces de otras aves que cantan a su alrededor, así el título de estos papeles digitales se hace eco del verso del poeta cantor… “Si no creyera en la locura / de la garganta del sinsonte…” Trino polifónico el de este pájaro aliblanco, prodigiosa locura que su nombre de familia (Mimus polyglottos) delata y que corrobora su denominación en lengua náhuatl (Cenzon-tlahtol-e): el pájaro de los cuatrocientos cantos. Pero el eco nunca devuelve el sonido original intacto: una leve distorsión, una fértil différance, lo transforma en un sonido nuevo, en una canción nueva. Así, en estas páginas, las voces que se oirán son las que salen de la garganta de otra criatura, el simbionte, un ser vivo que se forma de la íntima hibridación de seres procedentes de distintos reinos. La imagen que ilustra el título (un liquen de la familia Cladonia), remite también, con sus erguidas trompetillas, a las múltiples voces que poblarán este cuaderno. Páginas híbridas, pues; páginas en las que convivirán (syn-biosis) estrechamente vinculados, entretejidos por sutiles raicillas, textos e imágenes sobre los infinitos seres vivos (los diez mil seres de Lao Tsé); o sobre las artes plásticas, que demuestran que es posible, como quería Octavio Paz, “soñar con las manos”; o sobre poesía (el musgo filamentoso de los versos) y otras especies literarias como la novela o el cuento; o sobre filosofía (las largas y tupidas crines de los conceptos). Walt Whitman decía "Brote la hierba de las palabras". Así de la blanca tinta eléctrica broten aquí líquenes alegres y polícromos, pioneros de la vida, que agrieten la obsidiana del espacio virtual.

22 de agosto de 2010

De Jakob von Uexküll a Peter Sloterdijk: apuntes para una nueva concepción del habitar en el mundo


Un acercamiento entre la filosofía y la biología. El vitalismo en la biología y en la filosofía, frente al mecanicismo. Avisos contra el pensamiento “desconsolado” o descentrado.
Las meditaciones biológicas de Jakob von Uexküll, de principios del siglo XX, fueron guía e inspiración para algunas líneas de pensamiento filosófico posterior: como el vitalismo de Ortega y Gasset en España, la ecosofía práctica de Félix Guattari o las propuestas para una nueva visión esferológica del estar-en-el-mundo de Peter Sloterdijk.



1.- La ciudad fabulosa o el plan de la naturaleza: Del mecanicismo a la nueva visión biológica del mundo
Así como existe una ecología de las malas hierbas, existe una ecología de las malas ideas»”
Gregory Bateson

En 1922, Ortega y Gasset publicaba en su Biblioteca de Ideas del siglo XX un conjunto de ensayos reunidos bajo el título: Ideas para una concepción biológica del mundo, del naturalista filósofo Jakob von Uexküll. En su prólogo a la obra, además de situar al autor en una constelación de nuevas voces científicas que ponían en entredicho las teorías decimonónicas, Ortega reconoce la influencia que ejerció sobre su pensamiento y afirma:

no conozco sugestiones más eficaces que las de este pensador, para poner orden, serenidad y optimismo sobre el desarreglo del alma contemporánea”.[1]

En este escrito ofreceremos algunas muestras del vitalismo en la obra de Uexküll y de su influencia en algunos pensadores posteriores y trataremos de ampliar la preocupación por este “desarreglo del alma contemporánea” que también podríamos aplicar a nuestra época. En los citados ensayos, Uexküll quería refutar las teorías mecanicistas de los seguidores de Darwin y de Haeckel y elaborar una ciencia biológica basada en la idea de la conformidad a plan de los seres vivos[2]. Para ello, junto con sus “meditaciones”, aporta descripciones de numerosos casos experimentales, tanto de la etología como de la morfogénesis animal. Transcribimos algunos pasajes para definir los términos de su concepción vitalista, enfrentada a lo que él llamaba “maquinalismo”:

"Todo organismo es una producción en la cual las diversas partes se encuentran reunidas según un plan permanente, y no un informe y fermentante montón de elementos que sólo obedezca a leyes físicas y químicas".[3]

La idea de la conformidad a plan, o armonía de las partes en relación a un todo dinámico, cambiante, le permitía adentrarse en el estudio de los mundos animal y humano libre de los anteojos del darwinismo, que pretendía reducir cualquier fenómeno vivo a una mera combinación de fuerzas materiales. La metáfora que Uexküll escoge para contrastar los seres vivientes con los objetos “fabricados” es la de la construcción de una casa:

"Nuestros niños nos hablan aún de la ciudad fabulosa donde los ladrillos están vivos y se arrastran unos sobre otros hasta que los muros de las casas están hechos. Allí rezuman vidrio los marcos de las ventanas y los cabriolés se cubren con escamas de tejas. Sólo se necesita clavar en tierra una de tales tejas, y se desarrolla de ella toda una casa. Y si los habitantes rompen algo en la casa, en seguida ésta, por sí misma, ejecuta la reparación. Estas son, se les dice a los niños, historias mentirosas, fábulas y milagros. Y sin embargo sólo se necesita salir al bosque para ver esta ciudad fabulosa que sólo por milagro se origina y conserva."[4]

Salir al bosque a observar la “ciudad fabulosa”. Del pasaje citado puede extraerse una visión de los seres vivos como estructuras en proceso que se desarrollan conforme a plan, con propiedades de auto-generación y auto-reparación imposibles de aplicar a los productos mecánicos humanos. A este respecto, su comparación entre la construcción de la casa y la generación de los seres vivos, basada en múltiples observaciones, señala claramente los límites, problemas y peligros de aplicar a la naturaleza los modelos nacidos del montaje y desmontaje de objetos artificiales o de su comercio[5]. Y en este punto es donde se vinculan el mecanicismo con el mercantilismo (o la transformación de cualquier ser natural en una mercancía). En el texto hay además una clara asociación entre esta visión mecanicista y el modelo de mundo que se deriva de la vida en las grandes ciudades. Hallamos muchos pasajes en los que se manifiesta esta relación:

"Es, en verdad, espantoso observar la rapidez con que se empobrece en lo espiritual la gente tan pronto como se ha consagrado en la gran ciudad a una profesión que le obligue a renunciar al trato con la Naturaleza. La visión aislada de los objetos, en sus múltiples armonías con la Naturaleza, pronto se pierde sin dejar huella en su ambiente. Los esquemas se hacen cada vez más escasos en número, cada vez más insignificantes y generales. Por último, las gentes se dan aún por contentas si pueden distinguir un árbol de un arbusto."[6]

La “ciudad fabulosa”, la casa que se autoconstruye y arregla, no es más que el traslado metafórico de las capacidades autopoiéticas de la naturaleza a un objeto de construcción artificial. El “milagro” está, sin embargo, en los mismos procesos naturales, y sólo los que ven el mundo segmentado en objetos y fuerzas (como los habitantes de la metrópolis, según el autor) son incapaces de percibir la armonía y la continuidad conforme a plan de los seres vivos y su entorno (Umwelt[7]). Para Uexküll, las tentativas de acercarse a los problemas biológicos con el auxilio de la lógica o de las matemáticas son también estériles[8]. La limitación de estos planteamientos proviene de la naturaleza misma de la substancia viviente, de su carácter dinámico, en continua transformación, pre-estructural:

"La substancia vital carece de estructura; pero abriga, en general, la posibilidad de todas las estructuras. (…) “Un animal es un puro proceso”, dice uno de los guías de la ciencia norteamericana. Cada animal, cada planta, es sólo un fenómeno de la substancia viviente. Y estos fenómenos forman en común el gran fenómeno total que llamamos Naturaleza. Esta armonía de la Naturaleza, el resonar en común de todos los hechos aislados en un gran todo que se extiende por espacio y tiempo, ha llegado a ser nuevamente el problema capital de la ciencia de la Naturaleza."[9]

Queríamos subrayar aquí la importancia que tuvo esta visión no mecanicista como precedente del pensamiento científico y filosófico que hoy, aunque sólo entre ciertos autores, intenta derrocar el modelo aún imperante según el cual la naturaleza está a nuestra disposición (malentendida como fuente ilimitada de recursos, o como mera suma de fuerzas que nos conviene explotar). Esta visión “mercantilista” es la causa de los graves problemas medioambientales y sociales de nuestro tiempo, que ya anunciaba Uexküll en sus meditaciones:

"En lugar de Jehová el malo, que regía el mundo en la Edad Media, hemos colocado un nuevo ídolo: el número. Las consecuencias sólo se mostrarán cuando domine plenamente a las masas y las ponga en movimiento. Entonces se salvará muy poco de lo que los hombres han construido conforme a plan, para ornato y cultura de su mundo perceptible. Donde el mundo de efectos oprime al mundo perceptible, donde fuerzas físicas y químicas gobiernan ilimitadamente, se origina necesariamente el caos."[10]

Las consecuencias de esta visión numérica y utilitaria del mundo, son de sobra conocidas y padecidas: tecnocracia, agotamiento o mal uso de los recursos naturales, desigualdades sociales, gregarismo consumista, economía del beneficio,... Sólo el cambio de paradigma hacia una conciencia ecológica de nuestro estar en el mundo, hacia un saber práctico del “habitar en esferas”, puede ayudarnos a recuperar el sentido y el control de nuestros “territorios existenciales”. A finales de los años 80, Félix Guattari daba una visión general de las sociedades occidentales y los problemas generados por la revolución técnico-científica e informática (hoy mucho más visibles):

"El problema es saber de qué forma se va a vivir de aquí en adelante sobre este planeta, en el contexto de la aceleración de las mutaciones técnico-científicas y del considerable crecimiento demográfico. Las fuerzas productivas, debido al desarrollo continuo del trabajo maquínico, desmultiplicado por la revolución informática, van a liberar una cantidad cada vez mayor del tiempo de actividad humana potencial. Pero ¿con qué fin? ¿El del paro, la marginalidad opresiva, la soledad, la ociosidad, la angustia, la neurosis, o bien el de la cultura, la creación, la investigación, la reinvención del entorno, el enriquecimiento de los modos de vida y de sensibilidad?"[11]

Ante esta pregunta, Guattari proponía una articulación ético-política que denominaba ecosofía, dividida en tres frentes: el social, el medioambiental y el de la subjetividad humana. Tres luchas, pues, unidas entre sí y vinculadas a la crítica del mecanicismo: 1) La ecología social, que debería replantear y transformar los modos de vivir en sociedad, en familia, en comunidades: “reconstruir literalmente el conjunto de las modalidades del ser-en-grupo”[12] (muy relacionada con las investigaciones de Sloterdijk[13]); 2) La ecología medioambiental, que trataría de reconstruir la relación del hombre y la naturaleza, partiendo de la conciencia de la pertenencia a un “mundo” natural y de la necesidad de cuidarlo); 3) La ecología mental, cuya misión sería desembarazar las conciencias de las concepciones dualistas y falsamente “objetivas”, en busca de una mayor armonía entre la mente y el cuerpo, entre el individuo y su circunstancia, entre la cultura y la naturaleza, lejos de la estandarización que impone la visión cientificista de la vida humana: “reinventar la relación del sujeto con el cuerpo (…), buscar antídotos a la uniformización «mass-mediática» y telemática[14]. En este terreno, Gilles Deleuze y el mismo Guattari realizaron importantes labores de desbroce[15].

Y es ahí donde la biología y la filosofía pueden hermanarse para encontrar las claves de un sabio habitar en el mundo (la ecología como “ciencia de la casa”), en armonía con nuestros “hermanos no humanos”. De esa aleación, de ese devenir común, puede depender en gran medida que seamos capaces de encontrar el “antídoto” contra el pensamiento “desconsolado” contemporáneo; capaces de entender (y hacer respetar) tanto nuestro medio natural y su biodiversidad, como nuestras microesferas humanas, interrelacionadas con ese medio. Como dice Gary Snyder, conocido poeta norteamericano y teórico activo de la deep ecology:

"Actualmente, un gran número de personas es consciente de que ya no podemos pensar que el destino de la humanidad y el del mundo natural no humano son independientes entre sí. Una sociedad que trata su entorno natural de modo violento y explotador actuará del mismo modo con “otros” pueblos. La naturaleza y la ética humana no están desconectadas. La creciente expansión de la conciencia ecológica se traduce en un conocimiento más profundo de la interconexión entre la naturaleza y la historia, y hemos desarrollado una comprensión más sofisticada de las relaciones de causa y efecto."[16]


2.-Avisos contra el “conocimiento desconsolado” o “descentrado

“Yo soy del tamaño de lo que veo y no del tamaño de mi estatura…”
Alberto Caeiro

De esta nueva concepción, que Uëxkull llamaba biología subjetiva, se deduce que es imposible explicar la conformidad a fin del ser vivo según fuerzas materiales y cálculos matemáticos solamente. Y de esa crítica surge la pregunta por la utilidad o el riesgo de la visión mecanicista de la existencia (el reinado de lo explícito), o lo que Uexküll llama el “desconsolado conocimiento”. Nos referimos a la desproporción entre los conocimientos científicos (obtenidos mediante instrumentos de ampliación y explicitación) y los medios biológicos de percepción humana; desequilibro que genera un modo de apreciación y relación con la realidad o bien inútil, o bien subjetivamente “entristecedor”. En el libro de Uëxkull proliferan las advertencias contra este género de conocimiento puramente analítico:

"Los físicos niegan la existencia objetiva de los colores, sonidos, olores y sabores. De un árbol verde no emana ningún color verde, sino sólo ondas de éter de una determinada longitud de onda. Una campana, al vibrar, no desprende de sí ningún sonido; sólo surgen de allí vibraciones de aire en dilatados círculos." [17]

Este desconsolado conocimiento bien puede, en uno u otro sitio, arrastrar a la desesperación a algún hombre aislado; mas sobre la gran masa de los hombres, sin embargo, que no pueden mirar más allá de la vida diaria, quedará totalmente sin efecto.[18]
Se podría entender esta advertencia ante una visión desconsolada, indiferente, desamparada, de la vida si recordamos los principios de la ética de Spinoza (de la que beberán Nietzsche, Deleuze y Sloterdijk, entre otros): algo es bueno si aumenta nuestra potencia de acción y nos acerca a nuestra idea de la naturaleza humana, si resulta en los afectos de la alegría y el amor; es malo si disminuye esa potencia, nos aleja de nuestra naturaleza, y resulta en los afectos de la tristeza o el odio[19]. Estas definiciones llevan a plantear la pregunta sobre qué consecuencias subjetivas tiene este conocimiento del macro y del microcosmos (“lo explícito monstruoso” en términos de Sloterdijk), en el mundo perceptible (merkwelt) y el mundo de efectos (wirkungswelt) de los seres humanos. Ejemplo de estas desproporciones y sus efectos es la forma de integrar los conocimientos astronómicos:

"En lugar de considerar los astros desde el punto de vista humano, se considera a los seres humanos desde el punto de vista de los astros. Espacio y tiempo han adquirido espantosas dimensiones, medida por las cuales nuestra existencia se hunde en una desesperada nulidad… Con nuestros gigantes telescopios hemos osado penetrar en un mundo perceptible que ya no es el nuestro. (…) El que nosotros aumentemos en demasía nuestros órganos de los sentidos o nuestros órganos de movimiento, es lo mismo en principio; en cada caso quebrantamos la natural conformidad a fin de nuestro organismo y caemos en desacuerdo con nuestro mundo circundante."[20]

En relación a este “quebrantamiento” de las coordenadas naturales podríamos referirnos, paralelamente, a la idea típicamente orteguiana de la conciencia de las circunstancias, en parte deudora de las nociones biológicas de Uexküll. Ortega afirmaba en sus primeros escritos:

"La ciencia biológica más reciente estudia el organismo vivo como una unidad compuesta del cuerpo y su medio particular: de modo que el proceso vital no consiste sólo en una adaptación del cuerpo a su medio, sino también en la adaptación del medio a su cuerpo. El hombre rinde al máximum de su capacidad cuando adquiere la plena conciencia de sus circunstancias. Por ellas comunica con el universo."[21]

Recíproca adaptación entre el cuerpo y el medio, plena consciencia de las circunstancias para comunicarse, sintonizar-con, estar en armonía con el mundo. Otra de las observaciones de Uexküll sirve como ejemplo a seguir para una filosofía que quiera situarse en el mundo y sus circunstancias: ¿Cómo es que lo animales encuentran siempre la adecuada solución? A esto da la biología una explicación sorprendente: porque siempre le son presentados los debidos problemas.[22]
Quizá, pues, una manera de evitar este “desamparado conocimiento” que concibe al ser humano bajo el frío prisma de instrumentos perceptivos artificiales, sea precisamente recuperar la escala humana en nuestro pensar y vivir; y trasladándolo a la filosofía, plantear sólo los “debidos problemas” (los propios de nuestra esfera y de su relación con el mundo) para hallar una “adecuada solución”. En este sentido, son más necesarias las micropolíticas concretas[23] que los análisis generales o los datos abstractos (predominantes en nuestra sociedad de la información).
Peter Sloterdijk se ocupó de este tema en el tercer volumen de su trilogía Esferas, dándole el valor de las preguntas filosóficas, dentro de un capítulo titulado Cuando lo implícito se vuelve explícito, en su epígrafe sobre lo monstruoso. En el siguiente pasaje encontramos la misma preocupación ante el desajuste (descentramiento) que se produce entre el conocimiento obtenido por medios tecnológicos y la esfera de percepción natural de los seres humanos:

"Todas esas nuevas visibilidades, esas penetraciones en el trasfondo de los fenómenos, posibilitadas por procedimientos figurativos desarrollados: esos cortes implacablemente explícitos en cuerpos vivos y sin vida, estas vistas externas de órganos naturalmente ocultos, esas vistas artificiales contra-intuitivas del lado nocturno y mecánico de la naturaleza, esas tomas de cerca de la materia al descubierto, generada por un sólido saber operacional y un excentrismo experimentado, todo ello está separado por un foso ontológico de la disposición cognoscitiva natural, cautelosa, tolerante, de las miradas en derredor humanas dentro de circunstancias más o menos familiares, inmanentes al horizonte, para las que se ha introducido desde antiguo la expresión naturaleza."[24]

En alerta contra estas visibilidades contra-intuitivas y desproporcionadas a los sentidos naturales, contra este ex-centrismo en la investigación, Uexküll describía el mundo perceptible humano en la naturaleza, la idoneidad dentro de su esfera biológica, sondeando su radio probable de acción, el verdadero horizonte de efectos entre él y la tierra, esa tierra que le da los frutos para su sustento y la madera con la que construye su morada:

"Así se origina en el hombre la firme y alegre confianza de que él es para el mundo y el mundo para él; hasta que ambos reunidos forman una asombrosa unidad, que no comprende, pero cuya belleza siente. Esta sensación es totalmente justa, pues el mundo circundante humano conviene al hombre exactamente tan bien como el río a la trucha, el castaño al melolonto y la tierra arable a la lombriz de tierra… El conocimiento de la propia idoneidad en un mundo conforme a fin o idóneo es de la mayor significación para la vida humana, pues el convencimiento de nuestra propia idoneidad es felicidad, y esa idoneidad del mundo circundante, cuando se siente, es belleza. "[25]

Felicidad, belleza, se oponen en esta visión a la tristeza (entendida como el sentimiento producido por la no-idoneidad con el medio, la falta de armonía con el “mundo circundante”), pues es ésta un efecto/afecto directo de la visión plana, des-almada, que el mecanicismo introduce en las conciencias. Según el citado Félix Guattari:

"El estructuralismo, y más tarde el postmodernismo, nos han acostumbrado a una visión del mundo que evacúa la pertinencia de las intervenciones humanas que se encarnan en políticas y micropolíticas concretas."[26]

En este caso, podemos entender los efectos de cierto estructuralismo y del postmodernismo de modo análogo a las visiones “desconsoladoras” que citamos al principio. Estas concepciones generales, abstractas o meramente analíticas –junto con los que defienden directamente los intereses económicos privados - frenan las políticas y micropolíticas concretas, necesarias para cambiar el curso de los acontecimientos a escala global y local:

"La verdadera respuesta a la crisis ecológica sólo podrá hacerse a escala planetaria y a condición de que se realice una auténtica revolución política, social y cultural que reoriente los objetivos de la producción de los bienes materiales e inmateriales. Así pues, esta revolución no sólo deberá concernir a las relaciones de fuerzas visibles a gran escala, sino también a los campos moleculares de sensibilidad, de inteligencia y de deseo. Una finalización del trabajo social regulado de forma unívoca por una economía del beneficio y por relaciones de poder sólo conduciría, en el presente, a dramáticos callejones sin salida."[27]

Las múltiples crisis actuales (medioambiental, alimentaria, energética, financiera) son una buena muestra de estos “callejones sin salida” a los que se refería Guattari. Siguiendo esta línea, y en palabras de Sloterdijk, podríamos decir que lo que se necesita es una especial terapéutica para nuestros tiempos:

"¿Qué es terapéutica sino el saber procedimental y el arte del saber sobre la nueva organización de una escala de medida conforme a los derechos humanos tras la irrupción de lo desmesurado; sino una arquitectura para espacios de vida después de que se haya mostrado lo invisible?"[28]

La alianza entre biología y filosofía, pues, podría ofrecernos el “antídoto”, la “terapia” adecuada para curar un mundo, nuestro sustento y morada, que lleva siglos envenenado por los productos de ciertas ideologías o sistemas económicos dominantes hostiles a la naturaleza y a las microesferas humanas. Esta arquitectura para espacios de vida es la que han ido esbozando, entre otros, el vitalismo biológico de Jakob von Uexküll y el filosófico de Ortega y Gasset, o Gilles Deleuze y Félix Guattari, así como la reflexión de Peter Sloterdijk sobre el “habitar en esferas”. Y es la que siguen construyendo y reclamando otros muchos pensadores, tanto desde la filosofía y los movimientos sociales como desde algunos sectores de la ciencia.[29] En consonancia con esta reivindicación, decía la Dra. Carolina Villagrán en un ensayo reciente:

"La filosofía debería abandonar su representación de la dignidad del hombre sobre la base exclusiva de su diferencia abismal con respecto a otros seres vivos. La ciencia debería abandonar la investigación animal basada meramente en la manipulación mecánico-técnica que confirma de manera “particularmente malvada” esa diferencia. Los catastróficos efectos del cambio climático global… el desastre ecológico cotidiano en el que desaparecen miles de poblaciones de plantas y animales en aras de un dudoso “progreso”, y los avances de una biotecnología sin alma, nos obligan a una urgente ampliación de los límites de nuestros “mundos” incluyendo la vida no humana, ya que en eso nos va nuestro destino común."[30]


Bibliografía:

- DELEUZE G. y GUATTARI, F., Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Pre-Textos, Valencia, 1988.
- GUATTARI, Félix, Las tres ecologías, Pre-Textos, Valencia, 1996.
- ORTEGA Y GASSET, José, Meditaciones del Quijote, Cátedra, Madrid, 2005.
- SLOTERDIJK, Peter, Esferas III. Espumas (Esferología plural), Siruela, Madrid, 2006.
- SNYDER, Gary, Back on the fire, Counterpoint, Berkeley, 2007.
- SPINOZA, Ética, Alianza editorial, Madrid, 1987.
- VILLAGRÁN, Carolina, Sloterdijk y la ontogénesis del ser humano; la planta y el animal que hay en nosotros, http://www.observacionesfilosóficas.net/seminariosloterdijknietzsche.html

- VON UEXKÜLL, Jakob, Ideas para una concepción biológica del mundo, Ideas del Siglo XX, Calpe, Madrid, 1922.


Notas:

[1] VON UEXKÜLL, Jakob, Ideas para una concepción biológica del mundo, Ideas del Siglo XX, Calpe, Madrid, 1922, prólogo de Ortega y Gasset. “Debo declarar que sobre mí han ejercido desde 1913 gran influencia estas meditaciones biológicas. Esta influencia no ha sido meramente científica, sino cordial.”
[2] La nueva biología sería “el estudio de las relaciones conforme a plan y armónicas, de todas las partes entre sí y con el todo, y del todo con su mundo perceptible.” Op. cit. pág. 108.
[3] UEXKÜLL, op. cit., pág. 5.
[4] UEXKÜLL, op.cit. pág. 107.
[5] Ejemplo de ello es la siguiente consideración: “…es indudable que la costumbre de transmutarlo todo en valor numérico lleva consigo el peligro de la unilateralidad para todos aquellos que, como los habitantes de la gran ciudad, están alejados de todo íntimo comercio con la naturaleza.” Y más adelante: “No es milagro que el público de la gran ciudad se pasara con banderas desplegadas al materialismo, que simplificaba de un modo enorme la vida y sometía la consideración del mundo a la habitual dirección de sus pensamientos.” UEXKÜLL, op. cit., pág. 108.
[6] UEXKÜLL, op. cit., pág. 129. Por “esquema” entiende el autor la “melodía de movimiento” o secuencia de afectos que ayudan a ordenar las sensaciones que crean el objeto.
[7] Uexkull utilizaba el concepto Umwelt como “mundo circundante”, pero posteriormente introdujo las nociones de Merkwelt (mundo perceptivo) y Wirkungswelt (mundo de efectos) para distinguirlo del mero “ambiente” o milieu, tal como lo entendían los seguidores de Darwin.
[8] UEXKÜLL, op. cit., pág. 17.
[9] UEXKÜLL, op. cit., pág. 86. Podríamos relacionar esta idea de la substancia vital, de “plan” de formación de los seres vivos, con la idea spinozista de la Sustancia-Naturaleza, o con la idea del plano de inmanencia en la obra de Deleuze-Guattari, Mil mesetas.
[10] UEXKÜLL, op. cit., pág. 230.
[11] GUATTARI, Félix, Las tres ecologías, Pre-Textos, Valencia, 1996, op. cit. pág. 8.
[12] GUATTARI, op. cit. pág. 19.
[13] El tercer volumen de la trilogía Esferas, que citaremos más abajo, se ocupa en gran medida de analizar esas formas “grupales” de vivir, como constitución originaria del “ser-con”, o lo que el autor llama “la formación de esferas”.
[14] GUATTARI, op. cit. pág. 19.
[15] En sus dos libros conjuntos, El anti-Edipo y Mil Mesetas, estos autores exploran la dimensión “molecular” de las grandes ideologías que les precedieron, intentando liberar al pensamiento de algunos reduccionismos derivados del dualismo clásico, del psicoanálisis, de la filosofía positivista o del neo-capitalismo.
[16] SNYDER, Gary, Back on the fire. Essays, Counterpoint, Berkeley, p.23
[17] UEXKÜLL, op. cit., pág. 111.
[18] UEXKÜLL, op. cit., pág. 109.
[19] SPINOZA, Ética, Alianza editorial, Madrid, 1987, pág. 255.
[20] UEXKÜLL, op. cit., pág. 118
[21] ORTEGA Y GASSET, José, Meditaciones del Quijote, Cátedra, Madrid, 2005, pp. 77 y 62.
[22] UEXKÜLL, op. cit., pág. 31.
[23] Un buen ejemplo de las políticas ecosóficas activas, prácticas, en el ámbito de la soberanía alimentaria y de la justicia social: http://viacampesina.org/main_sp/
[24] SLOTERDIJK, Peter, Esferas III. Espumas (Esferología plural), Siruela, Madrid, 2006, pág. 68. Los subrayados son míos.
[25] UEXKÜLL, op. cit., pág. 116.
[26] GUATTARI, op. cit. 31.
[27] GUATTARI, op. cit. 10.
[28] SLOTERDIJK, Peter, pág. 119.
[29] Ver, por ejemplo, la propuesta sobre un Consejo Futuro Mundial, de Jakob von Uexküll (descendiente del citado naturalista) en http://www.worldfuturecouncil.org/; o los artículos y entrevistas surgidos del Taller sobre “Soberanía alimentaria, Conservación y Movimientos sociales para la Agricultura Sostenible en las Américas” (2004)de la Yale School of Forestry: http://environment.yale.edu/publication-series/environment_and_development/2670/agroecology_and_the_struggle_for_food/
[30] Carolina Villagrán, Sloterdijk y la ontogénesis del ser humano; la planta y el animal que hay en nosotros, http://www.observacionesfilosoficas.net/sloterdijkontogenesis.html.
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1 comentario:

felipe dijo...

también son importantes los aportes que hace Brian Goodwin acerca de los paradigmas mecánicos versus procesos de organización natural como morfogénesis. Su libro "Las manchas del leopardo" es muy recomendable.
SALUDOS